Este fin de semana se ha celebrado la I Fería de antiguedades de Sevilla, celebrada en el estadio olimpico de La Cartuja. Ayer por la mañana me dirigí hacía la feria, la entrada desde el autopista de Huelva es bastante fácil. Te diriges a la isla de la Cartuja (sede de la exposición del 92) y camino del aeropuerto, a la derecha, te encuentras con el estadio olimpico.
Habría que decir que retiren los letreros del parking del estadio que llevan a una calle vallada, me imagino que deben ser antiguos, pero no estaría de más que los retiraran, pues lleva a confusión, tal como me ocurrió a mí.
En el estadio es fácil aparcar, me parece un lugar acertado para una feria de este tipo. Para entrar había que pagar 3 euross, cosa que no me parece lógica. Si ya pagan los stands de la feria y tu vas con intención de comprar algo...¿a que viene tener que pagar una entrada?. Eso mismo debió de pensar un señor mayor que se indignó mucho delante mía y se marchó enfadado. Pude hablar con él, era un maestro artesano restaurador de Sevilla, al que no logré convencer para que entrara, la verdad es que lo entiendo.
La fería estaba situada en un recinto cubierto, cosa que es de agradecer, con aseos y cafetería cercanos. Todo bastante cómodo y a la mano, lo que facilitaba la visita. Calculo que habría unos 40 stands, de anticuarios de diferentes puntos de España.
Destacaba un stand de una pareja de ingleses de edad avanzada, muy típicos de los mercadillos del sur de Portugal y otro de un Holandés con una enorme variedad de pequeños utensilios de décadas pasadas. El resto eran stands de la madre patria, destacaban los dedicados al arte, tauromaquía, joyas, bordados, mantelerias y muebles. Sin embargo los que a mi me gustan, son los utensilios técnicos, militares, juguetes, comics, tecnológia reciente (décadas de los 70 y 80)...de esto había algo, aunque no mucho.
Las ferias de antiguedades tienen un sabor especial, había gente de todo tipo y edades, se veía quien compraba por pura moda y el que disfrutaba hasta del más mínimo rincón. Recuerdo a una pareja joven , ensimismada con un enorme lote de camaras de fotos, a buen precio, todo hay que decirlo, un stand de cermicas andalusies o unas puertas que tenian pinta de haber sido de un antiguo palacete.
Al final me traje un casco militar y un telefono de campaña, en estado extraordinario, del ejercito sovietico, finales de los 60 , principios de los 70. Dejé unas mascaras antigás de campaña completas, ya era demasiado grande, y no me queda mucho espacio en caso, con esto del Ébola, me hubieran venido muy bien para trabajar. De juguetes había poco y no me convencía, en el stand inglés había muchos trenes y coches de metal de época. Al final me traje un lote de sobres sorpresas tipo montaplex.
En definitiva una mañana muy amena y divertida, disfruté mucho y espero que esto de los mercadillos de antiguedades, florezcan más por estas tierras del sur de España, tan ricas en cultura y arte.
