Estos dias se celebra el concurso de refritos de www.bricomadelmania. es y www.madelmanyfigurasdeaccion.es 2012. Me encantan estos acontecimientos, entiendo que es una forma de "jugar" con los muñecos y muy divertida.
Para este año he decidido incluir esta figura que veis en la foto, basada en la novela de Emilio Salgari, "Yolanda, la hija del corsario negro".Os añado esta reseña de la web sobre libros http://www.cineyletras.es/Libros/yolanda-o-la-hija-del-corsario-negro-de-emilio-salgari.html :
Aunque en 1904 apareció por entregas en Per terra e per mare, Jolanda, la figlia del Corsaro Nero obtuvo merecida fama en 1905, cuando se editó en forma de libro.
Los lectores de El Corsario Negro
encontrarán en estas páginas una secuela adecuadamente folletinesca.
Joven y bella, Yolanda es la hija del Corsario y de Honorata, duquesa de
Wan Guld.
Yolanda
no conoció a su madre, pues ésta falleció poco después de dar a luz. Sin embargo, la joven pone todo su empeño en reclamar la herencia
materna, y por ello viaja a América.
Cuando
es raptada, Henry Morgan, ex lugarteniente del Corsario Negro, decide
reunir a un grupo de veteranos filibusteros para entrar en Maracaibo e
ir en su busca.
Dentro
de las limitaciones de su estilo, Salgari se esfuerza por ambientar
cuidadosamente el relato. Así queda de manifiesto en su primer capítulo.
"Aquella
noche la Taberna del Toro –leemos–, contrariamente a lo acostumbrado,
hervía de gente, como si algo importante hubiera pasado o fuera a
suceder. A pesar de no ser de las mejores de Maracaibo, puesto que en
ella se entremezclaban marinos, faquines del puerto, mestizos e indios
del Caribe, se veían, cosa más bien insólita, personas pertenecientes a
la mejor sociedad de aquella rica e importante colonia española: gruesos
plantadores, propietarios de refinerías de azúcar, armadores, oficiales
de la guarnición e incluso algún miembro del gobierno. La amplia sala,
de paredes ennegrecidas por el humo de la gran chimenea y muy mal
iluminada por aquellas molestas y humeantes lámparas que se utilizaban
en el siglo XVI, estaba repleta. Pero nadie bebía, y las mesas adosadas a
las paredes, estaban totalmente desiertas. En cambio, la gran mesa
central, de viejo nogal y de más de diez metros de largo, estaba rodeada
por cuatro filas de personas que parecían dominadas por una gran
agitación y que hacían apuestas con gran entusiasmo" (Yolanda, Ediciones Nauta, 1983).
"La
obra de Salgari –escribe Emilio Pascual– no se sabe que tuviera
«negros» en vida; pero los tuvo muerto. El editor Bemporad no quiso
dejar morir a Salgari, porque seguía siendo negocio. Varios años después
de su muerte llegó a un acuerdo con [el hijo de Salgari] Omar, para dar
cuerpo a una serie de teóricos argumentos que, según el hijo de
Salgari, obraban en su poder. Bemporad contrató a un manojo de
plumíferos, los cuales dieron vida a otro montón de novelas que
corrieron bajo el nombre de Salgari (...) Entre estos «negros» figura
curiosamente Paolo Lorenzini, un sobrino del popular autor de Pinocho;
también Giovanni Bertinetti, conocido autor de literatura infantil en
la epóca; Sandro Cassone, que fue el creador del Corsario Verde, y otros
cuantos cuyo nombre no nos dice nada. Ni que decir tiene que las
traducciones españolas del Corsario Verde dan como autor a Salgari. (...)
Con la ascensión del fascismo, Salgari fue recuperado para la causa, y
hasta su vida fue magnificada como ejemplo para las generaciones
futuras" (Apéndice de Los Tigres de Mompracem, Anaya, 1988).
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